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Dejó su brillante carrera de economista para cumplir su sueño de ser artista. Con el apoyo de su mujer lo consiguió. Sus cuadros se cotizan en el mercado internacional y expone sus obras con frecuencia. Su próxima exposición tendrá lugar en la Fundación Frax, en Albir.

Hace una bonita tarde en Altea cuando Tu Reportaje se encuentra con el artista Luis Frutos en una terraza al lado de la pintoresca estación del tren. Lleva un sombrero, unas gafas de sol, y una sonrisa tranquila. Propone que vayamos a su estudio, que está justo al lado, en carrer La Mar. Entramos por una puerta pequeña. Ante nosotros aparece un mundo grande y apasionante, lleno de fantasía y color.

El artista nos cuenta que siempre le apasionó el dibujo, la pintura y el mundo del arte. Pero estudió para ser economista, y durante años practicó este oficio. Hasta que un día le dijo a su jefe que dejaba su puesto para dedicarse a tiempo completo a hacer lo que más le gusta: pintar. De eso hace ya 35 años.

“Cambié el trabajo de un despacho por algo que sentía desde pequeño. La pintura para mí es algo absolutamente necesario, es algo como respirar. El  apoyo de mi mujer, Pilar, fue fundamental.”

Relata que al principio fue duro cambiar un sueldo  y un salario fijo y cuantioso por la inseguridad diaria. Pero asegura que fueron momentos fantásticos, y probablemente los mejores de su vida.

“Soy un privilegiado porque hoy en día puedo vivir de lo que más me gusta. Me va bien. Tengo bastantes clientes, no solo en España, sino también en el extranjero. Sería necesario  escribir un libro para poder contar lo que siento durante las horas y horas que paso en mi estudio. Tengo la suerte de poder ocuparme solo de pintar. Para todo lo demás cuento con Pilar. Ella pone hasta los títulos a los cuadros.”

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El taller – que tiene varias estancias – está repleto de cuadros de diferentes tamaños, algunos gigantescos. Aunque todos son muy diferentes, la forma de pintar y su estética ayuda a identificar al artista. Le comentamos que cuando pase el tiempo y alguien contemple una obra suya le pasará lo mismo que con un Picasso. No hace falta mirar la firma para saber quién es el autor.

“Yo no soy Picasso”, protesta con la mano. “Pero me gusta mucho lo que acabas de decir. Es muy importante conseguir tu propio estilo, tu propia marca.”

Sobre lo que le inspira, dice:

“Me inspira la vida misma, siempre gira todo alrededor de la figura femenina, aunque bien es verdad que en mis orígenes mi trabajo se limitaba a bodegones y paisajes. He ido aprendiendo y por supuesto sigo aprendiendo de la figura humana en todas sus facetas.”

Nos lleva a un rincón donde se encuentra un cuadro que acaba de comenzar.

“Siempre empiezo preparando la superficie a pintar, me asusta el lienzo  blanco,” explica. “Utilizo varias capas de pintura en todas sus facetas de color, y cuando el fondo es suficientemente rico es cuando comienzo a dibujar la figura o el objeto, con pintura o con carboncillo. Después, ya es estudiar, contemplar y ser cómplice del cuadro. Hay que colaborar al 50% entre el cuadro y tú.”

Coge entre sus manos uno de los cuadros más pequeños que representa dos caras.

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“Este me gusta mucho”, comenta. “Hay cuadros que tienes más dentro  de ti, por el trabajo empleado, por la modelo, por la dificultad, por tu sensibilidad, por tu estado de ánimo. Los cuadros son como los hijos. Quieres a todos, pero hay uno que por alguna razón te hace sentir algo especial.”

Mira la cámara con una sonrisa.

“Oye, más os vale sacarme guapo,” se ríe.

Coge otro cuadro.

“Esta modelo y ya amiga, es noruega. Me aportó frescura, amor, simpatía y complicidad. Desgraciadamente volvió a Noruega y no tengo a nadie parecido para sustituirla. Espero encontrar a alguien pronto.”

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Nos informa que el 8 de Mayo empezará una exposición de su obra en la Fundación Frax. Se espera mucha gente.

“Todos serán bienvenidos. Y los que deseen venir al taller, estaré encantado de recibirles. Se puede contactar conmigo a través de mi página WEB.

www.luisfrutos.com

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