LILLEPIA

Niños y adolescentes que se divierten de una forma saludable en un entorno natural. Padres que se relajan montando a caballo en el campo o desconectando en un banco bajo la sombra de un árbol. Bienvenidos al Centro Hípico Sierra Helada.

Son las doce de la mañana cuando Tu Reportaje llega al Centro Hípico Sierra Helada, que se encuentra en el campo a pocos kilómetros del centro de Albir. Es un pequeño oasis rodeado de hermosos árboles y un paisaje verde. A la entrada, hay una gran plaza con varios bancos y mesas. Es ahí donde nos reciben sus propietarios, Cathy y Antonio, y su hijo Aitor.

PLASSEN

“Es un lugar muy tranquilo”, comentamos. “Y tan bonito”.

“Todo el mundo dice lo mismo cuando vienen”, sonríe Antonio dándose palmaditas sobre el pecho.

Han pasado casi cuarenta años desde que Antonio comenzó a construir este centro hípico. Debido al alto nivel de paro en Andalucía –su tierra– su familia se trasladó a la Costa Blanca. Antes, Antonio había trabajado como doble de acción en varios spaghetti westerns americanos que se rodaron en Almería, y daba consejos sobre cómo montar a caballo al mismísimo Clint Eastwood.

“Fueron buenos tiempos”, recuerda. “Conocí a muchas estrellas, como Alain Delon y Charles Bronson. Fueron todos muy amables conmigo. Celebramos muchas cenas divertidas. Les encantaba todo lo relacionado con España”.

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Los noruegos Tonje Fjeldberg Elshaug y Elisabeth y Rolf Otto Skarveland se unen a nosotros.

“Tenéis que venir a montar con nosotros”, dice Elisabeth. “Os dejaría mis caballos”.

Nos cuenta que tiene dos caballos y un poni en el centro, y que viene al rancho casi todos los días.

“Me encanta pasar el tiempo aquí, no sólo montando a caballo, sino también participando en la vida del centro. Hay tantas buenas personas, somos como una gran familia. Muchas veces, cuando termino de duchar y cuidar a mis caballos, ayudo a Antonio y Aitor con los suyos. Me vale la pena, son muy amables y generosos conmigo. A mi hija de cinco años le gusta mucho venir también. Es miembro del poni club y participa en los cursos de equitación todos los sábados”.

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Su marido les acompaña siempre que puede.

“No soy tan apasionado de los caballos como mi mujer, pero hay muy buen ambiente aquí y venir me permite pasar tiempo de calidad con mi familia”, dice. “Tomo clases, es útil para conocer más al caballo y saber qué hacer si ocurre algo”.

Tonje cuenta que vino por primera vez hace ya unos cuantos años. Se enamoró del sitio, y desde entonces ha adquirido un poni y cuatro caballos, uno para cada miembro de su familia.

“Yo no me considero tampoco una buena amazona. Pero me encantan los caballos y todo lo que los rodea. Siento algo especial cuando estoy aquí, o montando a mi caballo en el campo. Es pura terapia”.

Emilie, la hija de Tonje, se ofrece para mostrarnos el rancho. Vamos recorriendo los boxes. Cada caballo se acerca y saca la cabeza para que los cariciemos.

“No tengáis miedo”, nos dice Emilie. “Todos son muy tranquilos y les encanta recibir mimos”.

Apunta a un precioso caballo tordo.

EMILIE HVITHEST

“Este es el mío”, dice orgullosa. “Se llama Pippi. ¿Entramos?”

Nos cuenta que viene casi todos los días después del cole.

“Además, tomo clases cada fin de semana. A veces, ayudo cuando los más pequeños aprenden a montar. Tengo muchos amigos aquí, ¡y vienen de muchos países diferentes!”

En el camino de vuelta a la mesa nos encontramos con dos mujeres jóvenes que están duchando sus caballos.

“Hace tanto calor”, explica Emilie. “Les gusta mucho cuando les damos una ducha fría”.

En la plaza han juntado varias mesas, y hay mucha gente. Todos han traído algo de comer, que han puesto en las mesas.

DAMEMAT

“Los sábados nos reunimos aquí y almorzamos juntos”, dice Cathy. “Preparamos una mesa larga para los adultos y otra para los niños. Todos disfrutan mucho de esas comidas”.

Olena Adamske, de Ucrania, se acerca a nosotros.

“No hace falta montar a caballo para pasarlo bien aquí. Yo tengo miedo a los caballos; sin embargo, me gusta mucho venir. Al principio venía por mis hijas, sienten auténtica pasión por los caballos. No tienen uno propio, pero siempre que pueden vienen a montar, y toman clases de equitación”.

UKRANIA

Su hija, Olga, asiente con la cabeza.

“Me encanta todo que tiene que ver con los caballos”, sonríe. “Cuando monto, me siento libre. Los caballos transmiten algo especial que no se puede explicar con palabras. No hay nada que me haga relajarme más que montar a caballo”.

Malin, de catorce años, está acuerdo.

“Lo paso muy bien con mi caballo. Tenemos una relación especial. Con él hablo de todo, y nunca me dice nada que no me guste. Estar aquí en los establos me hace sentirme segura. Siempre hay alguien que te da la bienvenida con una sonrisa, haciéndote sentirte como en casa. Competimos a veces en concursos, pero a la vez somos un grupo, y nos apoyamos entre nosotros.”

MALIN

Un grupo de chicas guapas requieren nuestra atención.

“¿Pueden tomar una foto de nosotras?” preguntan, riéndose.

Posan juntas a Aitor, que es el centro de atención hoy. Todos le quieren mucho, incluso los más pequeños.

“Es muy divertido”, dice la pequeña Marcelia de cinco años. “Vengo mucho a jugar con él.

Nos mira con sus ojos bien abiertos:

“¿Tenéis también algún caballo aquí? ¿Queréis ver el mío? ¡Tengo un poni blanco! Se llama Manolo Lolo, ¡y es el mejor de todos!”

AITORHAKK

Volvemos a las mesas. Están preparándose para servir el plato principal. Elisabeth ha hecho hakk Noruego –algo parecido a un cocido–  para todo el mundo. En la mesa hay una enorme caldera con 35 litros.

“No hay nada mejor en el mundo entero que la cocina española, sonríe Antonio, pero este plato es realmente bueno. Debéis probarlo. Sentaos”.

ANTONIOSITT

En la mesa se hablan varios idiomas, y la risa está presente en todo momento.

“En serio, tenéis que aprender a montar”, dice Cathy. “Hay clases particulares de equitación para todas las edades y niveles durante la semana. También tenéis la posibilidad de montar con toda la familia por el campo”.

Y añade:

“Para aquellos que están por esta zona de vacaciones y con ganas de montar, les ofrecemos la posibilidad de recogerles en sus hoteles, y llevarles allí de vuelta. Hay muchos que aprovechan esta comodidad”.

“¿Es caro tomar clases?”

Sacude la cabeza.

BARN PÅ HEST

“Tenemos precios muy accesibles para todo el mundo, que van de 18 a 25€ la hora”.

Llega el momento de las clases de equitación para los más pequeños. Los ponis salen a la pista. Se oye la risa de los niños por todas partes. Este parece ser el gran evento de la semana. Mientras los niños están ocupados con este ‘juego’, los padres se preparan para dar un paseo tranquilo a caballo por el campo.

Al salir, nos encontramos con un grupo de jinetes. Parecen profesionales. Llevan  pantalones y botas de montar muy estilizadas. Están de buen humor y se ríen entre ellos. Les miramos con una cierta envidia.

No tardamos en tomar la decisión. La próxima semana volveremos para sentarnos en una silla de montar por primera vez, ¡con pantalones y botas puestos!

Al pulsar sobre las imágenes, salen en gran formato.

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    BARNBORD  CHICASGUAPAS.